22 ene 2018

Cruzamos la selva boliviana para llegar a Brasil

Elegimos una frontera poco conocida, con caminos sin asfaltar en la selva de Bolivia pera llegar a la selva de Brasil...

Rurrenabaque es un pequeño pueblo en vías de ser turístico, aunque desde hace muchos años llevan gente a internarse en la indómita selva del Parque Madidi, no se ha contaminado con los vicios de los pueblos turísticos, aun. Se encuentra ubicado a las orillas del gran río Beni, puerta fluvial del amazonas en Bolivia. 


Rio Beni que se junto con el Madeira y terminan en el Amazonas

Marina boliviana

Aunque la primera impresión que nos dio el pueblo no fue muy buena, cambió al momento que nos internamos hacia el centro. Allí se vuelve más ordenado y limpio, mientras que desde fuera parece una zona industrial, sucia y a medio terminar. La gente es muy amable y el tránsito es ordenado debido a que son muy pocos los que transitan en vehículo. Sí hay muchas motos y la gente va sin casco, aún así no da para que el tránsito se desordene. 


Varias motos tienen este accesorio para protegerse del sol

Teníamos la intención de realizar alguna excursión al Parque Madidi que se encuentra en medio de la selva, sin embargo todas las salidas son de al menos 3 días. Para nosotros es mucho tiempo pues se acerca la temporada de lluvias en el Amazonas y la ruta por la selva boliviana hasta la frontera con Brasil es en su mayoría de tierra. Por lo tanto luego de realizar algunas averiguaciones en las poquitas agencias, decidimos continuar y dejar Rurrenabaque para otra oportunidad. 


Nuestro hotel en Rurrenabaque, por 50 bolivianos, que son 5 mil pesos chilenos

La carretera que va desde Coroico a Rurrenabaque y que llega a Riberalta (casi frontera con Brasil) la están asfaltando, ya va un año de trabajos en la vía y el gobierno se puso el plazo de 3 años para terminar, pero la gente no cree que esté lista tan pronto, nosotros tampoco pues vimos pocos trabajadores en las inmensas secciones del camino. Puede ser que en unos 5 años ya esté lista, entonces será un excelente corredor turístico para los chilenos que van a Brasil y vice versa. También para todos aquellos que quieren adentrarse en la cautivante selva boliviana, la cual tiene mucho para ofrecer. 

Nuestra amiga Marcia Susaeta nos estuvo asesorando en esta ruta, ella hizo gran parte de esta vía hace unos meses en sentido contrario al que vamos nosotros. Aunque que ella realizó este gran tramo en un sólo día, nosotros preferimos planificar en dos jornadas debido a las recientes lluvias en la zona. Así realizamos un día corto de 105 km desde Rurre a Santa Rosa y dejar los otros 405 desde Santa Rosa a Riberalta para el siguiente día. Ya desde Riberalta a Guayará Mirim, frontera con Brasil, son sólo 100 km aparentemente asfaltados. 


Una via principal, de tierra pero en muy buen estado, hasta donde alcanza la vista en el horizonte

Los 105 km resultaron ser más fáciles de lo pensado, el ardiente sol había secado rápidamente el barro y en este tramo tiene la concesión una empresa de China, quienes están trabajando muy duro para terminar de asfaltar pronto este tramo, por lo que el camino estaba en mucho mejor estado que la jornada anterior entre Coroico y Rurrenabaque que estaba muy destrozado y avanzábamos a 30 y 40 km/h.




Cuando no llueve, se puede circular "sin problemas" por la tierra y calamina (tipo sierra)

Llegamos temprano a Santa Rosa y quizás podríamos haber avanzado más, pero preferimos mantener el plan original para quedamos a dormir en este pequeño pueblo perdido en medio de la selva, con muchos árboles frutales, muy tranquilo, sólo un par de cuadras para cada lado, con plaza de armas en el medio y una iglesia pequeña. La típica configuración arquitectónica española del período de la conquista. Nos gustó mucho pues no es una maqueta para el turista, es un pueblo en la selva real, con gente real que no promocionan nada turístico, pudimos ver como vive realmente la gente en la selva. Sus pequeñas casitas, alguno animales de granja, mucho árboles frutales y muchos ventiladores. Aunque se pasan el día en la calle a la sombra de un árbol en sillas mecedoras o hamacas. Aquí alojamos por 50 bolivianos los dos, con estacionamiento y ventilador en la pieza. Es decir, 5000 pesos chilenos. 


"Hotel" en Santa Rosa, también por 50 BOL

Mientras bajábamos el equipaje y sacábamos las maletas para meter las motos por la puerta, muchos niños y niñas se nos acercaron a conversar. No eran para nada tímidos y estaban muy sorprendidos e intrigados por saber quienes eramos, de donde veníamos y si Chile estaba muy lejos. Algunos adultos también se nos acercaron con las mismas preguntas. 




Las calles de Santa Rosa

Para cubrir los próximos 405 km decidimos levantarnos más temprano de lo habitual, pues si nos toca lluvia, el avance sería muy lento. A las 9.00 am ya estábamos en la ruta de tierra. Los primeros km fueron muy fáciles, los trabajos estaban bien compactos y podíamos circular a 80 y 90 como el día anterior.

Decidimos llevar bidones con gasolina adicional, por un lado aprovechando el precio boliviano que nos han estado cobrando estos días (a precio local y no extranjero), y por la larga jornada que nos espera, 405 km en la selva. Nuestras motos tienen 300 km de autonomía, y aunque hay una estación de combustible unos 80 km antes de Riberalta, preferimos asegurarnos. Resultó ser una elección correcta, pues en dicha estación no había combustible.




La via de tierra no es completamente solitaria, de vez en cuando encontramos pueblos y caserios

El paisaje es alucinante, hay tramos solitarios sin trabajos en la vía que nos transportan en el tiempo, imaginando como era todo esto en sus inicios. aunque debíamos ir atentos esquivando los hoyos de la ruta, en general íbamos tranquilos. Parábamos a sacar fotos sólo en las rectas largas, pues así podíamos ver desde lejos si venía otro vehículo y ponernos en marcha. Nos habían dicho que a veces asaltan en esos tramos solitarios. 



La calma antes de la tormenta...

Unos 150 kms antes de llegar a Riberalta acabaron los trabajos de los chinos pero la vía seguía en buen estado. Entonces se desató el diluvio universal. Uno de nuestros mayores temores. La lluvia no fue tan larga, pero con una fuerza despiadada que en pocos minutos transformó esa agradable ruta en un verdadero infierno en medio de la selva. 

Como estábamos cerca del pueblo, no estábamos solos, otras motos circulaban en ese momento, así se convirtió en un desfile de motos patinando y cayéndose en el barro. Daba miedo ver a los buses cruzándose sin control en el medio del camino. Resistimos y avanzamos estoicos esa trampa de barro. Una, dos, tres veces la moto estuvo a punto de caer, pero la conteníamos. 




Después de la lluvia el barro no nos daba tregua

El cansancio no es sólo físico, también mental, agota, estresa, y en cada resbalón sientes que ya no podrás contener la moto, pero nuevamente lo logramos. A través de los intercomunicadores Scala Rider SmartPack DUO nos vamos dando ánimo y fuerza mutuamente. Susan hace un esfuerzo monumental para no dejar caer la moto, nunca le ha gustado el barro, y lo va superando muy bien. No somos pilotos de enduro ni de motocross, disfrutamos los caminos fuera del asfalto, pero este barro es demasiado inestable.

Entre todos los motociclistas nos dábamos ánimo, pasaban familias completas en una sola moto, teniendo que bajarse a empujar o ayudar en los tramos más difíciles, también nos ayudaron a nosotros y nosotros a ellos. Vimos espejos y plásticos rotos de otras motocicletas abandonados en el camino. Algunos debían sacar el tapa-barro para circular, pues con la acumulación la rueda se detenía. 


Una familia completa trasladandose en ese barro infernal...

Luego de, "solamente" 73 km y un poco más de tres horas infernales logramos llegar al asfalto de Riberalta justo al anochecer. Cruzamos esa desafiante ruta casi invictos, ya al final Susan cedió al cansancio tratando de sostener su fiel montura pero perdió pie en el barro y se le cayó la moto. Sólo un golpe en el pecho con el manillar al caer, que dolió unos días y a la moto no le ocurrió nada. El cansancio hizo mella en nosotros, pero no en nuestros espíritus, estábamos agotados pero con el ánimo bien arriba, sabíamos que habíamos logrado algo difícil, y todo había salido bien. 

No buscamos muchas opciones de hospedaje, veníamos cansados y con hambre. Por suerte en uno de los primeros hoteles que preguntamos Susan pudo regatear el precio, por el tipo de hotel pensamos que sería muy caro, pero consiguió habitación con cama matrimonial por 50 BOL con ventilador, wifi, cable y estacionamiento. Ah, también incluía el desayuno. 

Nos sacamos el equipo de moto, nos duchamos y salimos a cazar la cena para volver rápidamente al hotel. La cama era grande y cómoda, luego de un ibuprofeno dormimos profundamente.  


Extrañas construcciones abandonadas en Riberalta
 
Pero la aventura no termina ahí, aún debíamos cruzar a Brasil. Salimos de Riberalta hacia la frontera (Guayaramerim) no muy temprano, eran sólo 100 km de buen asfalto y pocas curvas, pero el cuerpo no reaccionaba bien, seguíamos adoloridos sobre todo la espalda y las nalgas. 

La ciudad fronteriza de Bolivia se llama Guayaramerim, la de Brasil Guajará-Mirim y se pronuncian igual. Solo las divide el río Mamoré que luego se convierte en el Madeira y se une al Río Amazonas.

Llegamos a Guayaramerim a las 12.30 y sorpresivamente la frontera estaba cerrada, sí, cerrada por almuerzo. Aquí debemos tomar un ferry que te cruce de Bolivia a Brasil por el Río Mamoré hasta Guayará-Mirim, pero el puerto también estaba cerrado y no pudimos preguntar los precios.


Mientras esperamos que abran la aduana, algunos niños pasaban el tiempo montándose en nuestras motos

Una vez que abrieron la aduana, los agentes se tomaron todo el tiempo del mundo para hacer el papeleo, de hecho no tenían muy claro qué debían hacer con las motos. Se ve que muy pocas personas extranjeras cruzan por aquí en vehículo. 

Luego de tener los papeles a eso de las 16:00 hrs tuvimos otro problema, ya no habían ferrys que cruzaran sino hasta mañana. Solución, pagar uno completo para nosotros dos o alojar aquí en la frontera hasta mañana. Pagar uno para nosotros aumentaba solo en 50 BOL el costo total ( el costo original era de 100 BOL cada moto incluyendo nuestro pasaje), si decidíamos quedarnos implicaba hotel y alimentación y cruzar al otro día. Preferimos pagar los 250 BOL (más 25 por fumigar cada moto) y dormir en Brasil para aprovechar mejor el día siguiente y llegar a Porto Velho, lugar donde ibamos a decidir el resto de la ruta en función de las lluvias. 

Entonces decidimos embarcar, sólo nosotros dos cruzando este río en medio de la selva como verdaderos y excéntricos exploradores hacia un nuevo país en nuestra travesía, llegando por ferry a Brasil. Pero esta travesía aún no terminaba, pues nos topamos con un otro contratiempo más...




Un ferry completo para nosotros dos

Nos bajamos del ferry en Guayará-Mirim buscando donde hacer migración y aduana para las motos, pero no están en el puerto, ambos están un par de calles más alejadas. Por lo que teníamos la opción de hacer los papeles o ingresar ilegales nosotros y las motos.  

Después de vagar por un rato en el puerto de Brasil y preguntando en nuestro paupérrimo portugués donde hacer los papeles, logramos dar con migración, la Policía Federativa, y después con aduana, que están varias cuadras alejadas una de la otra, casi que escondida. 

Finalmente, luego de un par de días maratónicos, habíamos salido de Perú pasado por Chile y cruzando todo Bolivia entre una serie de paisajes muy distintos y radicales unos de otros, desde las playas de Arica hasta el altiplano, cruces montañosos, frío, lluvia, nieve y el calor agobiante de la selva. Oficialmente ya estamos en Brasil y una nueva aventura nos espera...


 

Agradecemos a nuestros colaboradores; Relieve, Honda Colombia,  Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, y Moto-K.

Bitácora de Ariel Cantillana R
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