30 ene 2018

Travesía en el Amazonas: Parte 1

Una maniobra infartante para subir nuestras motos al barco que nos llevaría a navegar por el Amazonas.

Salimos de Guajará-Mirim (del lado brasilero) más o menos temprano, aquel día cubriríamos 367 km solo de asfalto hasta Porto Velho donde nos estaba esperando nuestro amigo Tirosh. El tránsito cambió inmediatamente al cruza la frontera, es mucho más ordenado en esta ciudad de Brasil que en Bolivia, las motos van con uno o máximo dos pasajeros (como corresponde), usan casco y las motos las estacionan todas ordenaditas con la rueda trasera hacia la cuneta. Muy diferente al resto de Sudamérica incluyendo Chile, qué sí es muy ordenado pero las motos se estacionan como quieren y donde quieren. 

La primera noche Tirosh nos llevó a un hotel muy bueno, demasiado quizás, donde regateamos a 60 reais la noche. Luego nos fuimos a la casa de un amigo de él que recibe moto-viajeros, el Gringo, un tipo muy alegre y simpático que no hablaba nada de español y nosotros nada de portugués, pero nos pudimos comunicar bien. 

En Porto Velho debíamos decidir el próximo paso, la temporada de lluvias acaba de comenzar, y en la selva boliviana acabábamos de ver una fracción de lo que se nos puede venir en la mítica carretera BR 319 que nos llevaría a Manaos. 

Luego de hacer algunas averiguaciones descubrimos que efectivamente la temporada de lluvias ya comenzó por lo que hacer la BR 319 se torna muy difícil, no imposible pero son 885 km desde Porto Velho a Manaos, de los cuales unos 600 km son de puro barro como el que experimentamos en Bolivia. 

La opción es volver hacia Cuiabá 1400 km de asfalto en el sur de Brasil y olvidarnos del Amazonas y de Manaos. A esta altura ir a Venezuela y las Guyanas ya la hemos dejado para una próxima expedición, ya que desde Manaos, si es que conseguimos llegar, son 781 km hasta Boa Vista y luego 300 más hasta la gran Sabana en Venezuela, por donde sí podemos entrar con las motos. Pero luego deberíamos regresar hasta Boa Vista para entrar a Guyana o volver a Manaos.

Hemos leído relatos y hemos visto videos de otros valientes viajeros que se han aventurado en la temporada de lluvias por esta zona. En nuestro caso, es mucho lo que se arriesga para el corto tiempo que nos queda ahora para regresar a Chile, pues debido a algunos proyectos que tenemos allá, hemos decidido apresurar el paso para estar a fines de febrero en nuestro país. Regresamos a Chile solo para planificar la siguiente Expedición en Moto, porque el Viaje Continúa... 

Entonces decidimos realizar la alternativa costosa, la que nos permitiría conocer mucho más de Brasil y nos dejaría más satisfechos que ir hacia Cuiabá. Así que nos vamos en barco hasta Manaos. Pero qué implica eso? 

El barco (o balsa como le llaman acá) tiene un costo muy variable, depende de la cilindrada de la moto, el país de origen de los viajeros y de tus habilidades para negociar, a nosotros nos costó 200 Reais cada moto y 250 nuestro pasaje y 50 más para embarcar la moto. Estos 50 Reais fue porque había que subir la moto por sobre la cubierta con una grúa manual, tirada por personas que estaban en el puerto. Luego descubrimos que podríamos haber hablado con la tripulación y los pasajeros para que nos ayudaran y no pagar ese dinero, fue lo que hicimos para bajarlas al llegar a Manaos.

Tienes que llevar tu propia hamaca o comprar una que cuesta 20 Reais. Son 3 días de navegación, incluye desayuno, almuerzo y cena, todo muy rico y abundante. También tienes agua fría potable y café a disposición durante todo el día

Dejamos el transporte en el barco negociado antes de abandonar el puerto y volver a la casa, donde compartimos un par de días con el Gringo y otros viajeros que habían pasado por ahí esos días.

Nos habían dicho que llegáramos a las 14.00 pero decidimos ir un poco antes, así que a las 12.00 ya estábamos listos para embarcar. La maniobra para subir las motos es para morir de un infarto, todo a pulso y muy rudimentario, pasando por unos tablones muy inestables. Pensábamos que en cualquier momento la moto caería al río. Mientras Susan cuidaba el equipaje y sacaba algunas fotos, yo fui a "supervisar" la maniobra, ver de donde iban a colgar las motos para que no fueran a romper nada. 


Mi rostro resume todo lo que sentí... 


"Supervisando la maniobra"

Yo no la quería solar por nada del mundo!!

Bajando con la moto de Susan


"Pendulando" nuestras motos

Luego de ver ambas motos colgadas para subirlas, llevamos nuestro equipaje y buscamos donde colgar las hamacas, pues mucha gente llega la noche anterior para ahorrarse un día de hospedaje y se ubican en los mejores lugares del barco. No fue fácil pero por fortuna pudimos elegir un lugar cómodo para nosotros y para nuestro equipaje, que queda vulnerable a los "dueños de lo ajeno" bajo nuestras hamacas.


Descansando en las hamacas, luego de una ardua labor subiendo las motos a bordo


Las Falcon Rockeras descanso en la cubierta del navío

Estamos navegando el Río Madeira, un afluente del Amazonas, un nuevo sueño se comenzaba a hacer realidad. La velocidad crucero del barco es más bien lenta y tranquila, pero no vimos tantos animales en la vasta selva como imaginábamos porque les han dado caza a casi todos. Sí tuvimos la suerte de ver muchas aves extrañas y delfines de río, muy difíciles de fotografiar. 





Las comidas en este barco están incluidas, todas deliciosas y abundantes

Tratamos de hablar con la gente, aunque nos hacemos entender no es fácil mantener una conversación. Pero conocimos a Javier, un venezolano que va buscando nuevas oportunidades de trabajo ya que en el sur de Brasil no le fue muy bien, intentará ahora en Manaos. 


Garimpeiros

En las orillas del río vemos varias comunidades indígenas y muchísimos "garimpeiros", botes buscadores de oro. Nos dicen que es una actividad peligrosa y gente peligrosa. Son muchas las historias de gente que va a trabajar ahí y desaparecen con facilidad, pues los tiran al río y ya nunca más los encuentran.

Los días de navegación son tranquilos, ya comenzamos a entender el idioma  y relacionar las palabras, Susan se expresa mucho mejor que yo, de hecho le dicen que habla con acento carioca (Río do Janeiro). Ha llovido mucho, casi todos los días, aunque es a ratos, siempre son lluvias muy fuertes, intensas acompañadas de tormentas eléctricas. Imagino que de haber elegido la 319, estaríamos mojados hasta lo huesos atrapados en el barro en medio de la selva. En algún momento volveremos para hacer la 319, ahora disfrutamos esta navegación en la selva brasilera. 


Todos los días había asado en el barco... una maravilla

Comunidades en medio de la selva, a orillas del Madeira

Algunas pequeñas aldeas

Con sus cementerios

Días de intensas lluvias

Nuestros amigos en el barco

Amigos venezolanos

El segundo día de travesía Javier decide bajarse para trabajar en los botes de oro. Dicen que pagan unos 4 mil dolares mensuales solo por trabajar como ayudante. El barco en que vamos nosotros no para ni busca puerto seguro, por el contrario se acerca una pequeña lancha y la gente literalmente salta desde el barquito a la lancha, la cual luego lleva a los pasajeros a los botes que trabajan en la extracción de oro. 

El venezolado me ofrece ir con él, solo dos semanas dice. El proceso de extracción es rudimentario y peligroso, expuesto a todas las sustancias químicas sin ninguna protección personal. Él dice que ya ha hecho ese trabajo en Venezuela y que me va a apoyar en todo. 


Javier abandonando el barco... buena suerte amigo!


Aún no tenemos noticias de él

Obviamente no me bajé, pero mucha gente sí, mientras Susan tomaba algunas fotos yo miraba los ojos de Javier, una mezcla de emoción e incertidumbre, duda pero también esperanza. Un señor que vive en Manaos se acerca a nosotros y en portuñol nos dice que es un trabajo muito perigoso. Que matan a la gente por el oro y los botan al río. "Tudos doidos" dice el señor. 

Entonces una de las chicas a bordo también decide bajarse. Es una chica guapa cercana a los 30 años. Se ve muy decente, por como viste diría que tiene muy buena situación económica, sobria y de buen gusto. Con Susan nos preguntamos a qué se habrá bajado. Médico?, Dentista?. Tenía pinta de ser profesional de la salud. Pero quien sabe, quizás iba a hacer aseo o es "visitadora". Una peregrina quizás? Nunca lo sabremos. 

¿Qué impulsa a esta gente, a esa chica a bajarse aquí? Estamos en el medio de la nada, no hay señal de teléfono, no hay poblados ni villas cerca. Solo la selva, los botes y el oro.

Y no puedo evitar pensar en qué hubiese hacho yo de haber ido solo, habría tenido el valor de bajarme y probar suerte? Pienso que no...  Demasiado riesgo, muy incierto, peligroso... extraño. 

Al tercer día dejamos el río Madeira, en medio de una terrible tormenta, el barco evita ir por río abierto y en cambio se adentra por diversos brazos del río antes de salir al Amazonas, donde íbamos un poco más protegidos del viento y la lluvia. 


Llegando a Manaos

Finalmente estábamos navegando el Amazonas, el río más largo y caudaloso del planeta, que nace en Perú, pasa por Colombia y desemboca en Brasil. Este tercer día de navegación nos lleva solamente por un tramo del Amazonas hacia el río Negro, donde desembarcaremos en Manaos, una de las ciudades más importantes y comerciales de Brasil, sin embargo, solamente tiene como conexión con el resto de Brasil la carretera BR 319, ninguna con asfalto y la vía principal de comercio es por los ríos. 


Atardecer en el barco mientras nos acercábamos al puerto de Manaos

Hace unos días Susan le escribió por correo electrónico a uno de los gerentes de Honda contándoles que queríamos conocer la fábrica de Honda da Amazonia en Manaos, lugar donde nacieron las Falcon Rockeras. 

Algunos ya saben como nos fue con Honda en Manaos. ¿Ustedes aun no? Ya se los contamos en detalle en la próxima Bitácora de nuestra Expedición en Moto - Etapa V: Travesía en el Amazonas.

Como siempre agradecemos las marcas y amigos que nos han apoyado; Relieve, Honda Colombia,  Honda Brasil, Liqui Moly, Cardo Scala Rider, Mx Metzeler Chile, Honda Adventure, Año 1, Bujías Brisk Chile, Trail on Fire, Loretta Motos Chile, Indo Trail, MotoCenter, ProCircuit, y Moto-K.

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